Nuestra madre naturaleza, nos muestra de diversas formas qué tan interconectados estamos con el TODO. A lo largo de la historia, hubo un punto frágil donde gran parte de nuestra especie olvidó que naturaleza y ser humano están fusionados de manera increíble y fascinante. Poco a poco fuimos separándonos de Madre Gaia, y si reflexionamos sobre todo el avance y evolución que hemos tenido, podemos decir que ella ha sido nuestra gran maestra y fuente de vida. ¡SOMOS NATURALEZA!
Muchos fueron tan arrogantes al pensar que somos algo superior, que no tuvieron ni han tenido medida al daño y a la destrucción de nuestra magnífica Madre, y a miles de los seres que habitan en ella, incluyéndonos obviamente, pues la herida a Gaia es una que nos dañará de igual forma. Es inminente tomar consciencia de que es vital retomar la conexión con la Pachamama, con respeto, cuido y honrando su esencia sagrada.
¿Has tenido un momento para apreciar la grandeza de los árboles? ¡Son monumentos naturales, serenos e imponentes, que parecen ser custodios de secretos antiguos! Los árboles, con su fortaleza y ramas que parecen alcanzar el infinito, no solo son pilares del ecosistema, sino que también comparten una profunda conexión con nosotros, los seres humanos. Específicamente, la relación mágica que se da entre nuestros pulmones y los árboles.
Fíjate en cómo los pulmones, con su laberinto de bronquios y alvéolos, se asemejan a las ramas de un árbol extendiéndose. Cada inhalación es un recordatorio de que, al igual que los árboles, somos seres que dependemos del aire para subsistir. Pero esta conexión va más allá de las similitudes físicas y funcionales. Es una conexión esencial que nos obliga a reflexionar sobre nuestra relación con la naturaleza.
Los árboles nos ofrecen un refugio de paz, un espacio donde el tiempo parece detenerse para permitirnos una introspección profunda y en calma si estamos dispuestos a apreciar ese momento. Al caminar por un bosque, podemos sentir cómo cada árbol está interconectado con el otro, formando una red invisible que sostiene la vida. Esta red, conocida como la red micorrízica, es un ejemplo perfecto de cómo la naturaleza nos enseña sobre la interdependencia y la colaboración.
Las raíces de los árboles, en simbiosis con los hongos del suelo, crean un sistema de comunicación por el cual comparten nutrientes e información, asegurando la supervivencia colectiva. ¿No es este un recordatorio de cómo también nosotros, como sociedad, necesitamos apoyarnos mutuamente?
Estos sabios maestros testigos de nuestra historia, nos ofrecen una lección de resiliencia digna de admirar. Esa capacidad de resistencia al paso del tiempo, su regeneración después de una tormenta y la transformación que tiene lugar en cada cambio de estación, nos enseña que siempre hay una oportunidad para renacer. ¡Qué poderosa metáfora de la vida! Esta capacidad de resurgir, de reinventarse, es una enseñanza invaluable que deberíamos incorporar a nuestras vidas.
¡El micelio! Esa invisible pero imprescindible red subterránea, ¿has reflexionado alguna vez sobre su poderosa interconexión con todo lo que nos rodea? Esta enmarañada red de hilos fúngicos, más que un simple fenómeno biológico, es una profunda lección espiritual sobre la interconectividad de la vida. Un maravilloso ejemplo de que somos uno, que cada elemento y fenómeno en la naturaleza nos muestra incontables veces muchos aprendizajes del cómo funciona el orden divino y perfecto, que nos envuelve en una esencia única de unión profunda con nuestro entorno.
Piensa un instante: somos como hilos de micelio, entrelazándonos de manera invisible con cada ser, con la naturaleza, con el universo entero. ¡Es una imagen impresionante! Meditar sobre esta interconexión puede llevarnos a entender de manera más profunda cuál es nuestro verdadero lugar en el mundo y cómo cada una de nuestras acciones, por mínima que sea, tiene un efecto en el gran esquema de las cosas.
El micelio, al nutrir los ecosistemas, nos enseña sobre la importancia de la colaboración y el cuidado mutuo. Sin él, muchas plantas no podrían absorber los nutrientes esenciales para su crecimiento. De manera similar, nuestras vidas se enriquecen cuando nos apoyamos unos a otros, cuando compartimos sabiduría, compasión y amor.
¿No es acaso una lección de humildad? Aprender a reconocer que somos parte de algo más grande, que nuestra existencia está entrelazada con la de otros, puede cambiar nuestra perspectiva de lo que realmente importa. Nos invita a valorar cada interacción, a ser conscientes de cómo nuestras decisiones afectan no solo nuestro entorno inmediato, sino el vasto entramado del que somos parte, ese es el viaje hacia ser tu mejor versión cada día.
La próxima vez que te encuentres con un hongo brotando del suelo, haz una pausa. Imagina las extensas redes que se esconden bajo la superficie, sosteniendo su existencia. Este pequeño hongo puede ser un recordatorio poético de cómo lo invisible sostiene lo visible, de cómo nuestras acciones más discretas pueden tener consecuencias profundas y duraderas.
El micelio, esa maraña subterránea de hongos, también es un maestro de la adaptabilidad. Se expande y se contrae en busca de nutrientes, adaptándose sin cesar a su entorno. Es una metáfora perfecta de cómo nosotros también debemos aprender a adaptarnos, a encontrar el valor en los desafíos y a crecer a través de ellos. Una flor o una planta realiza un acto majestuoso al crecer en ocasiones a través de una hendidura en las rocas, o un muro. ¡Cómo no vas a tener tú esa fuerza de voluntad para expandirte y florecer!
Así, el micelio y la naturaleza en sí, puede inspirarnos a construir comunidades que valoren la colaboración, la diversidad y el apoyo mutuo. Como en un ecosistema saludable, donde cada especie tiene un papel vital, cada uno de nosotros aporta algo único y valioso a nuestros propios círculos. Es cierto, no siempre podemos ver las conexiones que nos unen. Vamos muy rápido en la rueda de este sistema y es complicado poner un pie fuera de esta para apreciar lo que realmente importa, tanto en el ecosistema como en tu naturaleza interna. Pero están ahí, fortaleciendo el tejido de la vida.
Aprendamos a cultivar estas conexiones con amor, respeto y un renovado sentido de propósito. Al hacerlo, estaremos contribuyendo al bienestar colectivo del mundo. ¿No es esa una razón poderosa para actuar y salirte todo lo que puedas de esa rueda?
El sueño de esta plataforma es justamente crear esta red de almas colaborando en un mismo propósito, una comunidad de sostén para el espíritu y la consciencia. Solo así encontraremos un camino renovado y más esperanzador ante tanto Caos y tristeza en esta Tierra.
El momento es AHORA para ser este hilo unificador de este micelio que está creando esta comunidad DESPIERTA. Créeme, tu aporte y colaboración con Gaia es vital, recuerda que estarás ayudándote a ti en cada acción positiva que realices hacia la Tierra y sus seres.
La Pachamama es nuestra medicina, el hogar y apapacho más puro, con una sublime belleza en su creación, tal como eres tú. Así que permitamos que nos inspire y siga siendo la guía sabia en esta maravillosa existencia. Dale mucho amor, lo necesita al igual que tú. Escapa del ruido y siente la maravillosa música del susurro de las hojas al viento o en el canto virtuoso y sanador de los pájaros. Pon tus pies desnudos en la tierra, siente como su latido armoniza con el tuyo ¡RESPIRA y SANA!
Invita al Tarot Evolutivo a ser tu guía hacia una renovada percepción de ti mismo y del mundo que te rodea. La auténtica magia se encuentra en la transformación que vivimos al abrirnos a la introspección y al cambio.
Hermosa reflexión acerca de ño que nos aporta la madre tierra, que poco valoramos sus beneficios, y sin darnos cuenta en ocasiones contribuimos a contaminarla, cuando necesario son los árboles que nos aportan oxígeno, nos brindan sombra y nos ayuda en nuestra espiritualidad. Existe algo mejor para relajarse que sentarse debajo de un árbol disfrutando del sonido de sus ramas al moverse con el viento, el canto de los pájaros que anidan en él, los frutos que nos regala la madre tierra es incalculable. Gracias Laly por hacernos reflexionar